He tomado mayor conciencia de cuales son las cosas que obstaculizan mi camino y las que me ayudan a ir hacia Dios. He sentido ciertamente la mano de Dios. He podido dejarme caer suavemente en sus brazos. Y de esa manera el ‘ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi’ se ha vuelto algo más real. Al menos hemos dado un paso, estamos en camino…