Muchas gracias, P. Gustavo Lombardo, por haberme guiado en el camino de los Ejercicios. Por supuesto que de ellos no he salido santo ¡de qué barro estamos hechos! pero se ha producido, sin duda, una inflexión en mi vida. Debo hacer una remeditación de todo lo visto, especialmente de la conversaciones clave, pero, si el cambio real parece haber sido pequeño, el deseo de cambio, el pedido de Misericordia al Padre para ello, de Fe, Esperanza y Caridad al Espíritu Santo y, sobre todo de la mano a Jesús y María para ir poniendo en práctica todo lo pensado, es una llama que me está empezando a arder en el pecho. Padre, le agradezco a Dios haberme cruzado, aunque sea en forma virtual, con instrumentos suyos tan valiosos como San Ignacio y usted. Dios lo conserve en su misión. Jorge Luis Dupuy.