Agradecer de todo corazón por ese maravilloso regalo de los ejercicios, para mí fueron esa brisa suave de la presencia de Dios. En realidad eso era lo que buscaba ya que por la situación país nos toca toda en la vida, aunque siempre la vista puesta en Dios, toda la confianza puesta en Él, sin embargo todo salpica y perturba, hacía falta ver pasar frente a mí nuevamente al Señor y sentir la brisa suave que acaricia, y poder en las tardes pasear estos cinco días con el Señor agarrada de su mano. Infinitas gracias. Sólo decir cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho. Seguimos unidos en oración. Nos veremos en el altar todos los días.