Para todos los días
† Por la Señal de la Santa Cruz…
Acto de Contrición
Señor Jesucristo, que de Creador has venido a hacerte hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así morir por mis pecados, te pido perdón por todas las ofensas cometidas contra tu Sacratísimo Corazón y te suplico la gracia de alcanzar un crecido e intenso dolor y lágrimas de mis muchos pecados. Amén.
Oración a San Ignacio
Glorioso San Ignacio, que nos diste ejemplo admirable de cumplimiento de la voluntad de Dios, y nos has dejado los santos Ejercicios Espirituales como una herramienta valiosísima para ordenar nuestra vida según el beneplácito divino, te pedimos que intercedas por nosotros y nos alcances la gracia de poder vencer nuestros afectos desordenados y así en todo amar y servir a su divina majestad. Amén.
Octavo día: San Ignacio y la Eucaristía
Hemos considerado cuánto amaba San Ignacio a Nuestro Señor Jesucristo y cuánto buscaba imitarlo, especialmente en su pasión, y cómo recibió abundantes y especiales gracias de visiones y consolaciones que lo elevaron a alturas sublimes de amor a Jesús y a su Cruz.
Pues bien, estando presente verdadera, real y sustancialmente Jesús en la Eucaristía y siendo la Santa Misa la actualización y perpetuación de su sacrificio redentor, no podía nuestro Santo no tener grandísima devoción y luces muy especiales con respecto a este augusto misterio.
Ayer hacíamos mención de cómo en Manresa “vió” con el entendimiento a Cristo presente en el Santísimo Sacramento; allí mismo fue donde ni bien llegar a la iglesia colegiata (la Seo) “estuvo por espacio de más de dos horas rezando devotísimamente delante del Santísimo Sacramento con gran admiración de todos”.
Pocos hicieron en su tiempo tanto como él por infundir en el pueblo cristiano el amor al Santísimo Sacramento. Fomentó la Comunión frecuente -algo muy novedoso para su tiempo- mostrando cómo si se había perdido esa santa costumbre había sido por haberse enfriado la devoción y la caridad.
En la carta que le escribe a sus paisanos desde Roma, adjuntando una Bula Papal sobre el Santísimo Sacramento, les recomienda vivamente el amor por la Eucaristía, con estas sentidísimas palabras que hemos puesto adrede, todas, en negrita:
“Os pido, requiero y suplico, por amor y reverencia de Dios Nuestro Señor, con muchas fuerzas y con mucho afecto os empleeis en mucho honrar, favorecer y servir á su Unigénito Hijo Cristo Señor Nuestro en esta obra tan grande del Santísimo Sacramento, donde su Divina Majestad, según Divinidad y según Humanidad, está tan grande, y tan entero, y tan poderoso, y tan infinito como está en el cielo”.
En cuanto a la Misa:
“Si hay una nota, bien característica, en la espiritualidad personal de San Ignacio de Loyola, es el lugar central que ocupa dentro de ella el Sacrificio de la Misa; es el rasgo más definido de la fisonomía interior de la fisonomía interior, personalísima e inconfundible, del santo; será difícil hallar otro, en cuyo sistema de vida ascético-mística entre la Misa en las proporciones y preeminencia que entra en la de éste: objeto de grandes gracias místicas es, al mismo tiempo, causa y resorte de su plenísima vida interior”. (A. Goicoechea)
Estando en Roma dormía cuatro horas y al despertarse, hacía una hora de oración en su lecho, para no resentir su salud. Luego consagraba “largo tiempo a la oración” en preparación de la Misa. Por las lágrimas, el Santo Sacrificio le llevaba más de una hora y luego estaba dos horas en acción de gracias por la Misa, donde trataba con Dios todos sus negocios en largo coloquio inenarrable, sintiendo en lo más hondo de su alma las comunicaciones admirables de la Divinidad y en su cuerpo una especie de transfiguración esplendorosa.
“Las escuetas frases del Diario espiritual bastan para que cualquier lector pueda adivinar con qué fervores místicos celebraba Ignacio la santa Misa; cómo se preparaba a ella con larga oración; cómo se derretía en lágrimas abundantes, intensas y suaves, tan frecuentes, que estuvo a punto de perder la vista; cómo se dejaba inundar por un torrente diario de consolaciones divinas; cómo se arrobaba ante la Hostia consagrada, que se elevaba en sus manos igual que un Sol naciente que seguiría alumbrando su alma durante todo el día” (Villoslada)
Escribe el Santo en su Diario: “Al tener el Sanctísimo Sacramento en las manos, veniéndome un hablar y un mover intenso de dentro, de nunca le dexar por todo el cielo o mundo o etc., sentiendo nuevas mociones, devoción y gozo espiritual”.
Que nos ayude su ejemplo a vivir con más fervor nuestras Misas y valorar cada día más la presencia real, verdadera y sustancial del Señor en la Santísima Eucaristía.
Petición de la novena
(aquí se hace la petición que se quiere alcanzar en esta novena por intercesión de San Ignacio)
Padre Nuestro, Ave María, Gloria.
Oración final
San Ignacio, que fuiste especialmente favorecido por el Señor con el conocimiento de su presencia Eucaristía y del Santo Sacrificio de la Misa hiciste el centro de tu vida, otórganos la gracia de eucaristizar nuestra vida, uniéndonos al Cristo victimado del Altar y viéndolo, con los ojos de la fe, presente en la Sagrada Hostia. Amén.
Letanías a San Ignacio
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