Testimonio de los Ejercicios:

Estos ejercicios me hicieron dar cuenta del desorden en que vivía.

Que no sabía pedir en oración.

Que no prioricé mi relación con Cristo.

Descubrí y sentí la inmensa Misericordia de Dios.

Que fui yo quien se alejó y no Dios que me abandonó.

Que me había quedado en el Jesús histórico.

Que me quedé con Jesús clavado en la cruz.

Que antes no había degustado en mi la presencia de Jesucristo resucitado.

Que no había entendido el mensaje de amor de Jesús.

Que no había entendido que la pobreza era de otro tipo, que era desapego a los bienes materiales y que por mi historia personal no quería volver a sentir la escases y la necesidad de comida y abrigo, como así también me condicionó la escases de afecto a no entender el verdadero amor, no había entendido lo que significaba amar incondicionalmente.

La Santísima Madre, La Virgen María me lo mostró en estos ejercicios. Ella sabía todo lo que le pasaría a su hijo y tuvo la mansedumbre y la valentía de aceptarlo. Ahora entiendo a la Nueva Eva y al Nuevo Adán.

Dardo